AROMA
Está un poco desolado y
la madera huele fuerte.
En un banco tú, y en otro yo.
El barman pasa el trapo por la barra acariciando
el polvo y llevándoselo lejos. Un carcamán en la esquina toca una guitarra,
vieja melodía de nuestra adolescencia. Una ceja hace gesto de complacencia.
La copa de vino rojo y espeso cambia a un vaso
hundido de whiskey áspero. El cigarrillo que yace en las comisuras labiales del
barman nubla la vista y ofrece rellenar el vaso una vez más.
Una charla de comentarios bromistas e historias
de la vida personal se convierte en una plática sería y elegante, seductora de
memorándums, desfibriladora pasional. Las miradas se tiñen de juego seductor y
las pieles lloran el aroma del lenguaje corporal. Un silencio eterno reina el
lugar y de fondo el mismo viejo tocando esa vieja melodía que tarareábamos años
atrás.